
Subir a la montaña puede parecer una aventura inspiradora: aire puro, vistas épicas, la conexión con la naturaleza. Pero hay algo que muchos no ven venir, aunque esté ahí, esperándonos apenas superamos los 2.500 metros: el mal de altura.
He visto de cerca lo que la hipoxia puede hacerle a un cuerpo no aclimatado, y créeme, no es solo “un simple dolor de cabeza”.
El mal de altura, también conocido como mal agudo de montaña o soroche, puede arruinar un viaje, poner en peligro tu vida o simplemente dejarte fuera de combate durante días.
Desde mi experiencia, viajando por diferentes territorios por encima de los 4000 metros a lo largo del altiplano boliviano y su maravillosa cordillera, he aprendido que conocer los síntomas, anticiparte y saber cómo actuar puede marcar la diferencia entre una anécdota y una evacuación urgente.
En este artículo voy a contarte, todo lo que necesitas saber sobre este síndrome: cómo se manifiesta, a quién afecta, cómo se trata y, sobre todo, cómo se previene.
¿Qué es el mal de altura y por qué ocurre?
El mal de altura es un síndrome clínico ocasionado por la exposición a la hipoxia hipobárica en altitudes elevadas.
A medida que subimos, la presión atmosférica disminuye, lo que hace que las moléculas de oxígeno estén más dispersas, por lo que la cantidad de oxígeno disponible en el aire que respiramos se ve reducida. A nivel del mar respiramos un aire con una presión de oxígeno (PO₂) de unos 160 mmHg. A 3.000 metros, esa cifra se reduce alrededor del 69% de lo normal.
Nuestro cuerpo tiene mecanismos para adaptarse: hiperventilación, aumento del gasto cardíaco, producción de eritropoyetina… pero cuando ascendemos demasiado rápido o no tenemos una adecuada aclimatación, esa capacidad de adaptación colapsa. Y ahí aparece el mal de altura.
Este síndrome va desde formas leves y autolimitadas, como el mal agudo de montaña (MAM), hasta condiciones potencialmente letales como el edema pulmonar de altitud (HAPE) y el edema cerebral de altitud (HACE).
Las tres patologías forman parte de un continuo fisiopatológico, siendo el MAM la forma más benigna y el HAPE/HACE sus complicaciones más graves.
Según estudios recientes, el MAM puede afectar hasta al 50% de los visitantes no aclimatados que ascienden a altitudes de entre 3.500 y 4.000 metros. En destinos turísticos como Cusco (3.350 m), La Paz (3.650 m) o el campamento base del Everest (~5.400 m). Es bastante frecuente ver viajeros que comienzan a experimentar síntomas en cuestión de horas tras su llegada.
Por encima de los 5.500 m, prácticamente todos desarrollarán algún grado de hipoxemia si ascienden rápidamente.
En zonas andinas, donde millones viven por encima de los 3.000 m, también las personas locales pueden desarrollar síntomas al subir a mayores altitudes sin reaclimatación. El cuerpo humano no está diseñado para adaptarse en tan poco tiempo a un ambiente tan hostil.
Tipos de mal de altura: del soroche al edema cerebral
Hablar de mal de altura es quedarse corto. En realidad, estamos frente a un espectro de patologías con manifestaciones y riesgos muy distintos. En terreno, he aprendido que no basta con saber que alguien tiene “soroche”. Hay que saber cuál de las formas está presentando, porque la diferencia entre un ibuprofeno y una evacuación aérea puede depender de ese diagnóstico.
1. Mal Agudo de Montaña (MAM): el aviso temprano
El MAM es la forma más leve y frecuente.
Afecta especialmente a personas que ascienden rápidamente por encima de los 2.500–3.000 metros, sobre todo si vienen directamente del nivel del mar. Suele aparecer dentro de las primeras 6 a 24 horas después de un ascenso significativo.
Y como dije antes, si no hay cefalea, probablemente no sea mal de montaña.
Los síntomas más comunes son:
- Cefalea pulsátil, que empeora al moverse o al inclinarse
- Náuseas, vómitos ocasionales y pérdida del apetito.
- Mareos o sensación de inestabilidad.
- Fatiga extrema o debilidad inusual.
- Insomnio o sueño fragmentado
- Malestar general.
Según los criterios de Lake Louise, para diagnosticar MAM debe haber sí o sí cefalea, además de otro síntoma. Si no hay dolor de cabeza, hay que pensar en otras causas (deshidratación, intoxicación, insolación, etc.).
Lo he visto varias veces, los pasajero se me decían: “Dormí, pero como si no hubiera dormido”. Esa sensación de sueño no reparador es muy típica en MAM. Si además hay fatiga y cefalea, tienes el cuadro casi completo.
En términos prácticos:
- El MAM leve permite caminar y realizar tareas, pero molesta.
- El moderado ya obliga a detenerse y descansar.
- El severo, con vómitos persistentes o dificultad para mantenerse de pie, ya es alerta roja.
2. Edema Pulmonar de Gran Altitud (HAPE): el enemigo silencioso
A diferencia del MAM, el HAPE puede aparecer sin síntomas previos evidentes en personas que parecían adaptarse bien. Un par de veces lo vi en personas que tenían buen estado físico, llegar jadeando tras caminar 50 metros en un lugar plano en la isla del sol en el lago Titicaca en su tercer día de estadía.
Esa es la primera «red flag» de que algo está mal.
El HAPE es un edema alveolar no cardiogénico, que se manifiesta entre el segundo y cuarto día tras la llegada a altura, aunque puede aparecer antes si el ascenso fue muy rápido.
Sus síntomas típicos incluyen:
- Disnea de esfuerzo, que progresa rápidamente a disnea en reposo.
- Tos húmeda a veces acompañada de Hemoptisis.
- Sensación de opresión torácica, sensación de asfixia.
- Taquicardia, con cianosis periférica (labios azules) y saturación O₂ por debajo del 80%.
Un indicador útil en campo es la diferencia de saturación con otros compañeros.
Si todos están en 88–90% y uno está en 75%, sospecho HAPE incluso antes de oír los estertores húmedos en la auscultación en las bases pulmonares.
En estos casos, el tratamiento debe iniciarse de inmediato: oxígeno, descenso y nifedipino si es posible. No hay margen para esperar “a ver si mejora mañana”.
3. Edema Cerebral de Gran Altitud (HACE): cuando el cerebro se rinde
Esta es la forma más grave y más temida. Es el resultado de una acumulación progresiva de edema cerebral, y representa una urgencia médica.
Un paciente con HACE se presenta con:
- Alteración del estado mental (confusión, letargo, desorientación).
- Ataxia cerebelosa (camina como si estuviera ebrio). Romberg positivo
- Dificultad para hablar o encontrar palabras.
- Cefalea intensa, persistente, que no cede.
- Somnolencia excesiva, coma, convulsiones en casos avanzados.
- En algunos casos, convulsiones o alucinaciones visuales.
En estos casos, cualquier intento de hacer pruebas neurológicas básicas (como caminar en línea recta o tocarse la nariz) revela fallos graves. Si alguien no puede mantenerse de pie sin caer, hay que asumir HACE y actuar de inmediato.
Diagnóstico en terreno
En campo, donde no hay laboratorios ni tomografías, uno aprende a confiar en sus sentidos:
- La auscultación pulmonar te dice si hay estertores indicativos de HAPE.
- La coordinación neurológica (prueba dedo-nariz, caminar en línea) revela ataxia compatible con HACE.
- El oxímetro de pulso es una herramienta vital: en HAPE puede caer por debajo del 75–80%.
- La frecuencia respiratoria también es clave: >30 rpm en reposo es señal de alarma.
El cuerpo habla. Y en la montaña, hay que escucharlo más que nunca. Reconocer los síntomas del mal de altura no es solo cuestión de salud: es una cuestión de supervivencia.
Importante: no todos los que presentan síntomas están gravemente enfermos, pero todo el que empeora en altura debe ser tratado como una emergencia potencial.
Tratamiento: lo que puede salvar una vida
En altitud, el reloj va en contra tiempo corre en contra. Cuando el mal de altura aparece —sobre todo en sus formas severas como HAPE o HACE—, cada hora cuenta donde no hay hospitales a la vista, ni ambulancias, ni oxígeno de sobra.
1. Detener el ascenso: lo primero que debes hacer
Es el primer paso, siempre. Si alguien comienza a presentar síntomas de MAM, NO DEBE CONTINUAR SUBIENDO. No importa si falta poco para llegar al refugio, o si el guía dice que “ya pasará”.
Ignorar esto es una de las causas más frecuentes de progresión a HAPE o HACE.
En el mal agudo de montaña leve, con solo detenerse 1–2 días en la misma altitud, descansar e hidratarse bien, los síntomas suelen resolverse solos. En cambio, si los síntomas progresan… prepárate para actuar.
2. Oxígeno suplementario: alivio inmediato
Si tienes acceso a oxígeno, úsalo. Es el recurso más efectivo para revertir los síntomas, especialmente en casos de:
- MAM severo con vómitos, cefalea intensa o ataxia.
- HAPE con saturación O₂ <80%, disnea en reposo.
- HACE con letargia, confusión, alteración del estado mental.
Objetivo: mantener la saturación por encima del 90%.
3. Descenso inmediato: la medida que salva vidas
Cuando se sospecha HAPE o HACE, no hay discusión: hay que bajar. Incluso 500–1.000 metros de descenso pueden marcar la diferencia entre recuperación y colapso.
Tips prácticos:
- No esperes a tener medios perfectos. A veces hay que usar caballos, cargar al paciente o caminar lentamente con ayuda.
- Si no puede caminar, debe ir en camilla, a lomo de mula, o en lo que haya.
- El ejercicio agrava el HAPE, así que el paciente no debe esforzarse.
4. Cámara hiperbárica portátil: una solución en lo imposible
En expediciones muy remotas, donde el descenso es inviable de forma inmediata, se puede usar una cámara hiperbárica, comoa el Gamow bag. Esta cámara portatil simula un descenso de 1.000–3.000 metros al incrementar la presión interna, similar a la que se usa para la descompresión en buceo.
Se introduce al paciente y se bombea aire manualmente. En 60–90 minutos, muchos mejoran lo suficiente como para iniciar el descenso real o ganar tiempo hasta el rescate.
Esta es una una solución temporal. Cuando sales de la cámara, vuelves a estar en la misma altitud. Si no desciendes después, los síntomas volverán.
Medicación en terreno
Acetazolamida
- Dosis: 250 mg cada 12 h (125 mg si es profilaxis).
- Acelera la aclimatación.
- No previene HAPE, pero sí MAM.
- En MAM moderado, he visto mejoras notables en 24 h.
Dexametasona
- Dosis: 8 mg inicial + 4 mg cada 6 h.
- Esencial en HACE (edema cerebral).
- También útil en MAM severo con vómitos, ataxia o alteración mental.
- Efecto antiinflamatorio cerebral potente.
Nifedipina
- Dosis: 30 mg de liberación prolongada cada 12 h (o 20 mg c/8h).
- Indicada en HAPE.
- Reduce la presión arterial pulmonar, mejora la oxigenación.
Otros coadyuvantes:
- Ibuprofeno 600–800 mg c/8h para la cefalea del MAM.
- Ondansetrón 4–8 mg para controlar los vómitos (permite tomar la acetazolamida).
- Oxígeno, hidratación, reposo: los de siempre, pero nunca obsoletos.
Soporte vital en casos extremos
En HAPE grave o HACE avanzado, puede requerirse ventilación no invasiva (CPAP), intubación o cuidados intensivos. Obviamente, esto solo es posible tras evacuar al paciente a un hospital.
Lastimosamente, muchas veces un centro de salud o en el mejor de los casos, un hospital se encuentran muy lejos e inaccesibles desde el terreno, lo que el saber actuar rápido en terreno con lo que hay es lo que marca la diferencia.
Resumen práctico del manejo:
Condición | Acción inmediata |
MAM leve | Reposo, hidratación, acetazolamida |
MAM severo | Añadir oxígeno, dexametasona, observar |
HAPE | Oxígeno + nifedipina + descenso urgente |
HACE | Dexametasona + oxígeno + descenso inmediato |
“Si dudas, baja. Si no estás seguro, actúa como si fuera grave. En altitud, esperar puede costar vidas.”
La prevención es la mejor estrategia: aclimatar o sufrir
La mayor parte de problemas vinculados al mal de altura se pueden evitar tomando en cuenta elementos muy básicos y simples.
Y no es exageración. Es simple ignorancia o, peor aún, subestimar el entorno. Por eso, esta sección no es solo médica, es casi un llamado al sentido común.
Ascenso gradual: la regla de oro
Lo repetiré cuantas veces haga falta: la mejor forma de prevenir el mal de altura es subir despacio.
Normas básicas de ascenso seguro:
- Por encima de los 3.000 metros, no dormir a más de 500 metros de altitud por día.
- Añadir un día de descanso cada 1.000 metros ganados.
- Si llegas directamente a altura (en avión o vehículo), no hacer actividad intensa durante las primeras 48 horas.
Una forma divertida de explicar a los viajeros cuando van a estar por encima de los 3000 m. y evitar el mal de altura es:
«Camina poquito, come poquito y duerme solito»
¿Quién está en riesgo? Factores individuales y ambientales
Una de las preguntas más comunes es: “¿Y cómo sé si me va a dar a mí?”
La respuesta, aunque no es la que generalmente quieren escuchar, es clara: nadie está completamente a salvo. Pero sí hay personas más vulnerables y errores comunes que aumentan mucho las probabilidades.
La velocidad del ascenso: el gran culpable
Uno de los grandes errores que se repite una y otra vez y que generalmente son los que terminan enfermos, es el ascenso demasiado rápido.
No importa que tan bien estés, físicamente hablando, cuántos maratones hayas corrido o lo fuerte que te creas: si subes de golpe a más de 3.000 metros, estás jugando a la ruleta rusa con tu cuerpo.
Lo he visto con turistas que llegan en avión a el aeropuerto internacional del El Alto (4.062 m) desde el nivel del mar, se sienten bien las primeras horas, y a la noche ya están vomitando en el hotel.
En mi experiencia, volar directamente a una ciudad de altura sin hacer paradas intermedias casi garantiza síntomas de MAM en las siguientes 12 a 24 horas.
Regla de oro: no dormir a más de 500 metros por encima de donde dormiste la noche anterior una vez superas los 3.000 m. Esa pauta simple podría evitar miles de consultas y evacuaciones cada año.
La predisposición individual: el factor genético
Este punto es muy complejo. No existe un test que te diga si tienes predisposición al mal de altura. Pero sí hay tendencias claras.
Me toco estar con jóvenes y saludables que tuvieron HAPE a los 3.650 m, mientras otros mayores, con sobrepeso, subían sin problemas a 4.500 m.
¿Por qué?
Porque la predisposición es individual y, en parte, genética.
Algunos factores reconocidos son:
- Haber sufrido mal de altura antes (especialmente HAPE o HACE).
- Tener alguna patología cardiovascular, por ejemplo shunts intracardíacos
- Tener hipertensión pulmonar o antecedentes de enfermedades respiratorias.
- Uso de alcohol o sedantes en altura (pueden suprimir la ventilación y disimular síntomas hasta que es muy tarde).
En el altiplano, he observado también que jóvenes residentes en altura que bajan por estudios o trabajo al nivel del mar y luego regresan rápidamente, pueden sufrir lo que se llama HAPE de reingreso. Algo poco conocido fuera del ámbito médico, pero muy peligroso si no se reconoce.
El esfuerzo físico y el entorno
Otro factor clave es el esfuerzo físico intenso en los primeros días a gran altitud. En trekkings exigentes, he visto cómo la combinación de hipoxia, ejercicio y frío desencadena síntomas más severos y rápidos.
Cuando el cuerpo está adaptándose, pedirle más de lo que puede dar es una receta para el desastre. Tareas simples como armar una carpa, caminar 500 metros con carga o subir escaleras pueden desatar el inicio de un HAPE en personas susceptibles.
Y si a eso le sumas temperaturas bajo cero, viento y exposición solar intensa, el estrés fisiológico se multiplica. El clima y la altitud no perdonan errores.
Tradición vs. ciencia: ¿el mate de coca sirve?
En los andes, es común recomendar mate de coca o mascar hojas de coca, aucullicar como remedio contra el soroche.
Muchas de las peronas en los andes tienen esta costumbre ancestral y a pesar de que no hay evidencia científica contundente que lo respalde como profilaxis, tampoco hay daño si se usa con moderación.
Tiene un leve efecto estimulante, similar a la cafeína, que puede ayudar con el malestar leve. En algunos casos, el simple hecho de “hacer algo” ya brinda alivio psicológico. Pero, repito, no sustituye oxígeno, descenso ni medicación.
Faqs
¿Cuánto tiempo antes de una expedición hay que prepararse para evitar el mal de altura?
Lo ideal es aclimatarse 2 o 3 días antes de superar los 2.500 m, subiendo progresivamente para prevenir el mal de altura.
¿Cómo saber si la aclimatación está funcionando bien para prevenir el mal de altura?
Si duermes bien, comes sin problemas y no tienes dolor de cabeza ni fatiga excesiva, estás aclimatando bien y reduciendo el riesgo de mal de altura.
¿Qué oxígeno suplementario es más efectivo en caso de mal de altura durante un viaje?
Se recomienda oxígeno medicinal portátil con regulador y mascarilla, útil en situaciones de mal de altura moderado o severo.
¿Cuándo es recomendable usar una cámara hiperbárica portátil por mal de altura?
Cuando hay síntomas moderados o graves de mal de altura y no es posible descender, la cámara puede estabilizar al paciente.
¿Se puede prevenir el mal de altura con dexametasona o acetazolamida?
Sí, ambas se usan como preventivo para el mal de altura, pero siempre bajo supervisión médica antes del ascenso.
¿Cómo se usa la Escala Lake Louise para detectar mal de altura en expediciones?
Evalúa síntomas como dolor de cabeza o insomnio y permite identificar el mal de altura leve o moderado con rapidez.
¿En qué se diferencia el mal agudo de montaña de los edemas por mal de altura?
El mal de altura puede ser leve (mal agudo) o grave (edema pulmonar o cerebral), y requiere distintas respuestas según el caso.
¿Qué hacer si una persona muestra signos graves de mal de altura por hipoxia?
Detén el ascenso, suministra oxígeno si es posible y desciende inmediatamente para revertir el mal de altura.
¿Qué alimentos y bebidas ayudan a reducir el riesgo de mal de altura?
Comidas con carbohidratos, buena hidratación y evitar alcohol o cafeína ayudan a prevenir el mal de altura.
¿Es seguro hacer turismo en altura con riesgo de mal de altura en niños o mayores?
Sí, si se sube lentamente, se aclimatan bien y se monitorean síntomas tempranos del mal de altura.
¿Qué errores aumentan las probabilidades de sufrir mal de altura en montaña?
Ascensos rápidos, deshidratación, ignorar síntomas o no tomar medicación preventiva elevan el riesgo de mal de altura.
¿Cómo planificar rutas de altura minimizando los riesgos del mal de altura?
Incluye días de aclimatación, puntos de descanso a menor altitud y rutas con opciones de descenso ante mal de altura.
¿Qué síntomas indican que el mal de altura requiere un descenso inmediato?
Confusión, dificultad para respirar, vómitos persistentes o pérdida de coordinación exigen descender por posible mal de altura severo.
¿Qué seguros médicos cubren emergencias causadas por el mal de altura?
Algunos seguros de montaña cubren evacuaciones, oxígeno y atención médica por mal de altura, revísalos antes del viaje.
¿Cómo afecta el mal de altura en expediciones al Himalaya, los Andes o zonas extremas?
En regiones de gran altitud, el mal de altura es más frecuente por la altitud extrema y el acceso médico limitado.